El peligro del exceso de información


Mientras iba buscando información sobre la Green Cola, me llamó la atención un hecho muy curioso: en los primeros puestos de los buscadores había muchísimas páginas hablando de ella, pero todas, básicamente, decían lo mismo. Repetían lo mismo que decía el fabricante en su campaña o en sus notas de prensa, o en las notas de agencia. Una tras otra, página tras página, site tras site y portal tras portal, iban dando la misma información, cambiando -seguramente por cuestiones de SEO- alguna palabra aquí o allá, alguna frase aquí o allá...

Me llamó la atención que entre todas esas páginas había algunas -que conozco muy bien- que lo único que aportan es contenido estratégicamente situado para aparecer en los primeros sitios, con técnicas más o menos depuradas. Ninguno de esos sitios aportaba realmente algo de valor, algo que no fuera lo que ya se había contado, en definitiva: algo que cualquiera no pudiera haber leído dirigiéndose a la campaña del propio fabricante.




¿Qué aportan, realmente, todos esos sitios al consumidor, o/y al lector que quiere informarse? Nada. Realmente nada. Sólo ruido.

Después de haber analizado ese producto, y haberlo publicado en Duraderos, supuse que un contenido diferente y una opinión que fuera algo más crítica sería más apreciada por los buscadores, pero ni mucho menos: siguen estando en los primeros puestos las noticias que estaban hace diez, quince o veinte días atrás. Me pregunto si la mayoría de los que navegan por Internet se dan cuenta de cómo son manipulados, y de que la información que les llega, aunque aparentemente es enorme, el trabajo para filtrarla, clasificarla y poder quedarnos con lo auténticamente valioso tras ir retirando "basura" es agotador. Sé de gente que ya ha tirado la toalla en ese aspecto, que directamente han decidido -quizá aparte de un par de sitios o tres- dejar de informarse en Internet.

En Internet, al contrario que ha ocurrido en otros medios de forma "natural", como la prensa escrita, la radio o la televisión, no hay una capacidad de control por parte de nadie. Cualquiera puede abrir su medio de opinión o público y lanzar lo que sea al aire (o al ciberespacio, en este caso). Mientras las televisiones han tenido que cerrar, y unos cuantos medios escritos y radios, porque no podían sobrevivir, muchos de esos diarios y medios se han ido a ocupar sitio en la gran Red (diario Qué, 20minutos...), por la simple razón de que hacerlo aquí les cuesta muy poco. Incluso solamente, a veces, tienen que contratar a un par de becarios para que "copien y peguen" y listo. Lo demás es cuestión de un poco de perspicacia, herramientas SEO, y comprar "tickets" en alguno de los muchos sitios para posicionar en buen lugar tu página (ya hablé de esto con ocasión de las redes sociales en otras ocasiones).


Así que, lo que a priori puede ser bueno -que cualquiera pueda abrir su propio medio y opinar públicamente, o poner sus noticias-, se acaba convirtiendo en una especie de "pocilga de cerdos" donde quien vaya a beber o a pastar algo va a tener que pringarse las manos. Y "pringárselas" de verdad, para estar discerniendo entre uno y otro.

Google se supone que iba a mejorar sus algoritmos de búsqueda para que este tipo de cosas no pasaran, pero es tal la ingente cantidad de "basura" que claramente están superados. No hay algoritmo capaz de lidiar con todo eso o, al menos, no existe hasta el momento. Así que te encuentras que para buscar una noticia original, que aporte algo y que se salga de las notas de prensa y de lo que nos quieren vender y nos venden, uno tiene que sudar tinta y, desde luego, en muchas ocasiones perder un buen y preciado tiempo discerniendo entre las páginas de los buscadores. Si, como hace la mayoría, te paras en la primera página del buscador, cuando es una noticia más o menos "populosa" como en este caso la soda, te encontrarás que solo hay una opinión, de hecho solo hay una noticia. Es como si este gran medio, que es Internet, tuviera el mismo contenido que se repite cambiando solamente de cabeceras, y de diseño de página, pero no de sustancia.

Llama la atención cómo las "cabezas pensantes" que son tan listas e inteligentes para modificar y cambiar a su antojo lenguaje estandarizado como el HTML, incorporando CSS y demás elementos, en la mayoría de los casos solo atendiendo a demandas interesadas de fabricantes, cuando de verdad se deberían dedicar a organizar un poco todo este batiburrillo se hacen los suecos.

Qué tiempos aquellos, en donde la noticia y el titular no te lo daba una nota de prensa ni una agencia de marketing que piensa en colocarte su mercancía, sino que te lo daba un reportero que realmente vivía de ello (y no de las visitas o de los clicks en su site web) y las notas de prensa eran, la mayoría de las veces, papel que te llegaba a la redacción y que nadie le prestaba atención: todo el mundo iba a ver y a conocer la noticia de primera mano. Hoy no. Y, en aquellos tiempos que menciono, uno podía adquirir una cabecera en el quiosco y fiarse de ella o, al menos, saber que lo que allí escribía tenía cierta veracidad porque lo hacía una persona de carne y hueso, y no un elitista panel de expertos en colocarnos el producto que al fabricante le interese ponernos delante.


Internet no es basura -de hecho, a mí como medio de me encanta, sino no escribiría en él-, pero sí está lleno de basura. Hoy se dice que la gente está superinformada, demasiado informada o hiperinformada, y creo que no es cierto: la información nunca es demasiado. De lo que está la gente es saturada, porque para llegar a una noticia útil o de primera mano tienen que soportar y discriminar una montaña kilométrica de basura. Y, por desgracia, los buscadores no nos ayudan en nada a ello.

La pena es que con esa forma de hacer las cosas los medios que más ganan y que más poderosos se vuelven son los que pueden permitirse el lujo de pervertir esa realidad para colocarse ahí, arriba del todo, y que todo el mundo los vea. Y por estar ahí no es que sean los más valiosos, ni los mejores, ni los que dan la mejor información, pero eso es lo de menos. Duro mundo éste el que nos ha tocado vivir, en donde nos quieren hacer creer que las mentiras, a costa de repetirlas, son verdades o, al menos, que las consideremos como tales. Y duro papel el nuestro, que parecemos pequeñas voces en el desierto sin que nadie nos escuche, y sin que nadie nos preste atención.

Y eso llevará a que, al final, tanta cantidad de información duplicada y vacía se vuelva inútil, y uno de nuevo regrese -como ya está pasando- a que decida no querer saber nada de lo que pasa por ahí, quizá, como antes, solo lo que pasa en su barrio. Solo lo que le cuentan sus amistades. Sólo, lo que ve con sus ojos. Tanto exceso de información para darnos cuenta, qué irónico, que los que vivían hace dos o tres siglos, con un periódico en las manos, estaban mejor y más informados que muchos de nosotros ahora.

| Redacción: CODE Intermedia | codeintermedia.com